La danza es un parque
13/09/2023
Vanessa Vargas, ballarina i periodista veneçolana, escriu per al butlletí de setembre. Cada mes publiquem un article on professionals vinculats al sector abordaran aspectes d’actualitat relacionats amb el món de la dansa.
Fragmento de “Escribir con el cuerpo o la persistencia de la creatividad”, ensayo incluido en el libro “La danza y la performance: cuerpo a cuerpo entre la danza, la performance y la comunicación”. (Ediciones AB, Caracas, Venezuela, 2021)
Como bailarina y periodista me surge siempre la pregunta sobre dónde está el borde entre una disciplina y la otra. En un mundo de muros, me gustaría pensar más bien en uno sin fronteras, horizontal, en el que emerjan singularidades a partir de sus encuentros, entonces pienso en un parque, con múltiples subjetividades y singularidades, con límites borrosos entre el afuera/adentro, centro/periferia, eje/margen. Aquellos apuntes de coreografías en la esquina de un cuaderno, los garabatos de una secuencia de movimiento que no pudimos registrar en el cuerpo, son material susceptible de ser analizado del cuerpo al papel, viceversa y en varias direcciones.
Me gusta pensar entonces en modos de conocimiento cruzados que implican un flujo diferente del conocimiento instalado en las aulas de clase, y de una producción intelectual que no pertenece ya a una categoría epistemológica determinada. En esto radica la idea de que la investigación en la danza se manifiesta de acuerdo a la propia condición del performance. La teoría se genera desde la experiencia empírica del cuerpo en el espacio, siguiendo su propia naturaleza que investiga un evento, de hecho, aparentemente intangible, y que permite otras preguntas, especialmente las que tienen que ver con las políticas del cuerpo: el uso del poder, la censura y el discurso en la corporalidad. La performatividad de la palabra genera contenido que es preciso analizar desde el cuerpo. En este sentido, el análisis es menos general y más profundo cuando permitimos incorporar otras prácticas y saberes a los nuestros, borrando las distancias y dicotomías entre lo que está fuera y dentro de las instituciones; implica otras subjetividades, dinámicas, una participación más horizontal en su imaginación, su creación, investigación y consumo, relaciones más próximas, desde quienes escriben sobre danza, la ejecutan, hasta el público de sala. Para Jacques Rancière (2009): “La emancipación comienza cuando desafiamos la oposición entre el espectador y el actor; cuando entendemos que los hechos que estructuran la relación entre decir, ver y hacer, (…) pertenecen a las estructuras de dominación” (p.13)
La danza es una forma de comunidad, comunión, comunicación, y presencia que contrasta con la distancia y la pasividad, y con otros modos propios del régimen de representación del arte. Cuando distribuimos esta relación de proximidad, el bailarín escribe, participa en una conferencia, el antropólogo aporta ideas sobre una propuesta escénica, el público toma parte en la pieza. La participación en la danza es un ejercicio de organización política, no por sus contenidos, pero sí en la manera como nos acercamos, nos organizamos, y creamos. Aquí encontramos que la idea de autor se torna difícil de definir; la concepción de autoría en la danza no está confinada a una sola persona y por ende a las dinámicas de producción y consumo de cierto arte, sino que, por el contrario, parafraseando a Roland Barthes (1968), es el lugar de la multiplicidad de voces en diálogo.
Quiero pensar que las artes vivas en definitiva, son una manera de organización política que le da valor a la comunicación en movimiento, y que se entiende reunida alrededor de la idea de inmaterialidad, porque en ella operan elementos como las artes vivas, las dinámicas afectivas, la imaginación y el trabajo colectivo, modos de creación y producción contrarios a las dinámicas de flujo de mercancía contemporáneas.
El encuentro en disciplinas, quehaceres, enfoques, es una herramienta de organización importante especialmente para nuestra danza. Sin embargo, requiere una disposición del ser, implica el cuerpo en un movimiento relacional, exige un cuerpo adaptable, extensible, pero fuerte a la vez, que es susceptible a una composición de movimiento, ideas, experiencias y diálogos.
Autores citados en este texto:
Jacques Ranciere (2014) Dissensus on politics and aesthetics. Bloomsbury.
Barthes, R. (2006). Crítica y verdad. México: Siglo Veintiuno Editores.
Vanessa Vargas, bailarina y periodista, con sede entre Barcelona y New York.