“La danza es donde el cuerpo huye del lenguaje al que persigue” , Roberto Fratini
11/05/2009
Imma Prieto
Roberto Fratini Serafide (Milán, 1972) es profesor de Teoría de la Danza en la Universidad de Pisa y en el Institut del Teatre de Barcelona, y de Metodología Crítica en la Universidad de L’Aquila. Colabora desde 1995 con coreógrafos en calidad de director y dramaturgo, tanto en danza como en ópera lírica (Ensemble de Micha van Hoecke, Substanz, Caterina Sagna Dance Company). Ha dictado masterclasses, stages y conferencias sobre danza en muchos teatros europeos. Su obra escrita abarca la poesía, el ensayo y la literatura dramática. Figura de Figuras es el título de su próximo libro. Su último montaje (“Basso Ostinato”) ha sido premiado como el espectáculo del año por parte de la Asociación de Críticos Franceses.
¿Cual es la situación de la danza en nuestro país?
En toda Europa, la Danza rinde homenaje a la post-modernidad tardía flirteando con la cultura de las masas (a las que desde luego no consigue seducir), en un empobrecimiento evidente de la ideación, y un cierto estancamiento del discurso formal. Náufraga alegría, la suya: ante una desconfianza sistemática en la autosuficiencia del “lenguaje” (y en el prestigio antaño central de la técnicas) la danza reciente profesa menos sus “temas” que la inanidad a tratar cualquier tema con atino; ante la huelga general de las formas, lo único que por doquiera se renueve con sospechosa rapidez son los “formatos”: cada vez más líquidos, más abiertos y, en muchos sentidos, “interactivos”. Pese a su apariencia de revolución del concepto espectacular, esta práctica de apertura incondicional, de metalinguismo descontrolado (la danza hablando de sí, buscando avales, enseñando sus prolegómenos y procesos, la danza practicando la castidad extrema de la no-danza) expresa más bien una “cautela” (“duda del formato” que refleja un amplio abanico de malos presagios, y que sin embargo no se resuelve a una revisión radical de la cosa en sí). No es verdad que la danza esté en plena deconstrucción: al contrario, está pre-construyéndose todo el rato. Liquidez del mercado, inestabilidad de la creación y un régimen de sacudidas sin seísmos son los elementos clave del paisaje, aunque la anemia sea premeditada, y aunque el desmantelamiento en acto no deje de engendrar “chispa”. La situación española es complicada; la misma crisis que afecta los polos de la danza contemporánea (Francia y Bélgica entre otros) azota ahora con fuerza la península; un cierto tipo de “globalización” de las poéticas se pagó en España con una pérdida progresiva de la autonomía creativa que había caracterizado las vanguardias de los ’80 y ’90: la autonomía fue convirtiéndose en un sentimiento general de retraso. Y esto ablandó todo optimismo para con novedades que ya fuera de España habían caído en entredicho. En una cierta medida la expansión de la danza ha sido un fenómeno inercial. Un síntoma claro de esa ambivalencia (optimismo de la creación contra pesimismo de las poéticas) es aquí el crecimiento de estructuras y estrategias de apoyo a la danza (siempre insuficientes pero, aun así, en desarrollo constante) en un panorama dividido entre la urgencia de trascender el lenguaje y el instinto tardío de definir o salvaguardar su identidad: asentar a la danza en la era de su evaporación conceptual.
¿Cuál es el lugar o función del cuerpo en el lenguaje de la danza?
Ni lugar ni función (y ni siquiera lenguaje). La danza es más bien el no-lugar del cuerpo (que la “habita” des-locándose, es decir no la habita – la “transita”); y su de-función (fallecer de toda “función”, que hace de la danza la mejor transposición, en el cuerpo vivo, de la fiera y misteriosa falta de funcionalidad del cuerpo muerto). Por lo tanto cualquier alianza conceptual entre cuerpo y lenguaje ha de considerarse ideológica (ejemplo: la vieja idea de la danza como “lenguaje del cuerpo”). La danza es donde el cuerpo huye del lenguaje al que persigue. La peculiaridad del cuerpo en esta paradoja es que ambas categorías, la de “sujeto” como la de “objeto”, fracasan en captar su esencia. El cuerpo danzando no es ni la forma de un tema ni el tema de una forma, sino el intervalo – inquieto – de una indecidibilidad. Creo que la danza no habla del cuerpo. Y que el cuerpo no elije danzar para decirse. Ante una imperante transparencia del cuerpo (médico, sexual, social, relacional, literal), el cuerpo de la danza es el único que se dé a ver con el sólo objetivo de tutelar o reconstituir, en un reto constante, nuestra ignorancia efectiva de todo cuerpo.
¿Qué peculiaridad tiene la danza respecto a otras artes escénicas?
Entre todas las artes escénicas, la danza es el único ámbito cuya preocupación principal sea la performatividad misma de lo performativo. No hay arte, la verdad, donde el cuerpo sea tan “accidental”: imponderable acaecer de algo que quizás es alguien.
El diálogo de lenguajes en danza: Música, literatura, vídeo…
No creo que, en danza, los lenguajes “dialoguen”. Creo que, si los lenguajes coinciden en algo como la danza, es porque allí se les otorga la posibilidad de “danzar” (es decir de entrechocar o ritmarse según un protocolo que ya no es dialéctico, sino paradigmático, enigmático y nunca exhaustivo). Es un error frecuente recurrir a este tipo de multi-disciplinaridad con la convicción de que otros lenguajes puedan “aclarar” a la danza o aclararse entre sí: podrían perfectamente, solos o “en pandilla”, estar “danzando” en ausencia de cualquier danza “real”, ya que la danza es una modalidad del signo antes que una “actividad del cuerpo”. Si esposan a la danza (o si se echan a bailar) es porque aspiran a superar toda presunción de claridad. La danza no a-trae a los lenguajes “otros” de no ser para dis-traerlos y abstraerlos (aunque fuera en la deslumbrante apariencia concreta de un cuerpo moviéndose al cruce de esos lenguajes. La misma relación entre danza y música siempre se basó en esta ambigüedad: la del sonido no simplemente “figurado”, sino “transfigurado” en acción). La de la danza es una vocación más trans-disciplinar que “multi-disciplinar”.
¿Piensas que la danza refleja los conflictos o cuestiones que atañen al hombre contemporáneo? es decir, ¿es un lenguaje que permite reflexionar sobre el presente?
Pienso que la danza refleja los conflictos o cuestiones que atañen al hombre. Lo hace a su vez de forma cuestionante y conflictiva, con herramientas más parecidas a las de la lógica inconsciente que a las del pensamiento reflexivo diurno. Así que, sólo en la medida en que la contemporaneidad se ofrezca como un conflicto o una cuestión, la danza puede soñar con ella, ya que su talento específico es contestar a una pregunta con otra pregunta. El presente de la danza como arte del presente, parecido a la “presentidad” paradójica del sueño, siempre viene deliciosamente ensuciado de pasado y mancillado de futuro. La danza no fúlgura el presente histórico, ni lo entiende: lo com-prende. Enturbiándolo.