Adéu a Pina Bausch per Roberto Fratini
08/07/2009
Funeral Blues
P.B., madre severa; P.B., silenciosa, nocturna instigadora de irregularidades; P.B., en fin. Qué protocolo conseguiría despedirla? Pues fue la maestra de las despedidas infinitas, de las separaciones siempre reiniciadas. Aun la vimos, en Danzon, igual que una miniatura de mujer recortada sobre el fondo de un acuario que las proyecciones agigantaban, entre enormes pececitos, saludar, saludar y volver a saludar, con un lentísimo port de bras de los suyos, extenuado, obstinado, sumergido. O en el final de Café Müller, quedarse fluctuante en un asolado paisaje de pasiones extintas, como si acabara de heredarlo; como si aquel incierto cabecear de barquito náufrago entre restos de vivencia, el demorarse aquel en las postrimerías del mundo fuera la mismísima esencia de lo que llamamos muerte, y quizás de la cosa extraña que en muchos, con ella, aprendimos a llamar danza: una ciencia (inexacta) del dejar a medias, un inexacto olvido del mundo. Qué crimen imperfecto fue el danzar de Pina Bausch, lleno de indicios de humanidad, rastros de subjetividad, sospechas de belleza; cargado de un residuo que era la vida misma, y que sigue escandalizando a los puristas, que aún les tuerce la nariz a los despobladores de la forma.
Sería también su muerte un delito imperfecto? Qué descuidaría, esta vez? Qué dejaría de sí? Unas uantas deudas de juego que la danza posmoderna se apañará en pagar. Demasiadas deudas de amor hacia la danza o la vida, que ya no sabremos si saldar danzando o viviendo, porque con ella era bonito hasta dudar; dudar ante la oscuridad de sus trabajos en la década mejor si la clave de tanta desesperanza no fuese después de todo un secreto acto de esperanza en la danza o en la existencia de cada uno, ambas tan desesperadas, en el fondo, y en el fondo tan imperdonables, tan dignas ambas de amor.
Así nos enseñó a aceptar muchas cosas, curiosa lechuza de Minerva, sabiduría inquietante que sólo levanta el vuelo en el crepúsculo de las cosas. Cómo despedirla, cómo llamarla en este otro crepúsculo? Quizás diremos de ella lo que Brodsky dijo de Auden, un poeta que en muchos aspectos se parecía a ella (fumadores irredentos los dos): que si podemos aceptar a la muerte es porque ella también ha muerto.
Roberto Fratini
30 de Junio de 2009
Aquesta carta va ser publicada a la web de la Caldera el 30 de juny del 2009 en memòria de Pina Bausch gentilesa de Roberto Fratini.